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viernes, 28 de octubre de 2011

Convocatoria Halloblogween 2011

Esta semana estamos invitados a participar de la fiesta terrorífica que se festeja en el blog de Teresa. Vamos a hacer estremecer los blogs. Hay más relatos escalofriantes en: http://teresacameselle.blogspot.com/

BELEK, EL ENANO VAMPIRO

Nadie se atreve a poner un pie fuera de su casa cuando se hace noche en el barrio de Flores.
Son muchos los gatos y perros desaparecidos; y aseguran los hombres: ha sido sorbida la sangre de los desprevenidos animales mediante hincados colmillos; tanto como han servido sus carnes resecas para engrosar el caldo de Belek, el enano de los Cárpatos.
Dos semanas han pasado desde que Boris Loff, el hombre bala y la mujer barbuda sorprendieran al saltimbanqui ceñido de pies y manos libando el jugo vital del cogote de Vera, la mona estrella del circo de los Zares. Desde entonces, el vampiro se refugia en las inmediaciones del gran cementerio.
El aire frío de la noche sin luna se mete en los huesos de los vecinos que avanzan con pasos apretados, armados de palos y gruesas antorchas en dirección a la estación de trenes.
Un aullido agudo quiebra la parálisis de las horas....
Los hombres se estremecen, corren con el alma saliéndoseles por la boca y se le echan encima a la criatura abominable con una improvisada red de arco de football.
Oscilan las ristras de ajo, resuenan los gritos y se acercan peligrosas las llamas a los rostros....
Bajo el tumulto: dos pequeños tajos de ferocidad amarilla centellean en la oscuridad, retumban los ecos que exhala del foso de sus entrañas con ronco espanto, al tiempo que abre a dentelladas desesperadas la gruesa malla, y al fin...escapa Belek, gracias a su destreza saltarina,... y se esfuma en la negrura de la noche.
Todavía, algunos dicen haberlo visto por el barrio de Flores....



PD: Aclaro para no llevarme todo el crédito, que el personaje y la historia pertenecen al flocklore urbano. Se trata igual de un mito de dudosa procedencia, no muy conocido y menos difundido. Yo solo le puse a la historia y a su protagonista un poco de merecida prosa.

jueves, 20 de octubre de 2011

Relato de Jueves Literario: Mitos, leyendas y creencias.


SUEÑOS DE UNA SIESTA PORTEÑA

Monsieur Benoit trabaja para el sector de Ingenieros y Arquitectos del departamento topográfico de Buenos Aires. Su actividad lo lleva a consumir largas horas proyectando y dibujando fachadas de edificios, puentes, muelles con precisión milimétrica para una ciudad de gobierno joven, pero de sueños viejos.
Apenas pasa de la siesta y como todos los días a esa hora, el hombre es cargado por un par de sirvientes hasta la azotea de su casa en la calle de la Universidad. Se sienta a la sombra de un gomero cuyo follaje lo protege del todavía tenaz sol. Allí goza de la brisa que le llega del río de la Plata, que poco le alivia el dolor que de a ratos siente en las piernas y que lo dejó tullido hace unos años. Le llega el aroma de los jazmines y magnolias de las azoteas vecinas, que se extienden como parches coloridos matizando la línea de edificación chata de la ciudadela.
Tiene consigo unos rollos de papeles con planos que apoya sobre una mesa de trabajo. La mayor parte de los papeles de gobierno, gráficos y apuntes de todo tipo reposan en su taller de la planta baja junto a sus dibujos de animales, flores, objetos en miniatura, sus acuarelas con motivos de barcos y puertos que evocan su pasado de marino a las órdenes de la flota imperial de Napoleón.
Monsieur Benoit mira hacia el horizonte. Allí todo es futuro, es la única dirección hacia la que le gusta mirar. Su propio pasado, el remoto: lo ignora. Su primera infancia permanece una incógnita en su región interior que a veces lo despierta con destellos áureos. El hombre ha tratado inútilmente de escudriñar en su memoria pero las nubes que la cubren son pesadas como cortinas de brocato que ensombrecen los rincones de su mente. Solo a veces, a veces...
En sus sueños la cortina parece descorrerse y ve una luz...
El brillo de helada plata que refulge en los cristales y lo fulmina el reflejo de una sucesión interminable de espejos que lo ciega, le lastima las pupilas azules y lo obliga pese a su resistencia: a cerrar sus párpados...
El brillo de la luz mortecina de los atardeceres porteños sobre las cúpulas plomizas de sus diseños le obsesiona. Desea verlas brillar, limpias envueltas en sobria bruma. Azuladas majestades, las capotas alzadas con coronas sin astillas. Emergidas de las aterciopeladas y aceradas aguas de hondas albercas.
En los delirios febriles productos de su enfermedad ha creído ver sangre roja manar de criaturas mitológicas de cabezas serpenteantes, chorreando desde las alturas de extensos frisos y a los hombres hercúleos cazar con picas y azadones...
Detesta el cortinaje de damasco púrpura, no tanto como los rincones oscuros. La humedad de la tierra apisonada le trae invasores silencios de calabozo y un frío en los huesos, apenas: un recuerdo de vieja y desconocida data.
De su vida de marino que lo trajo a Buenos Aires en 1818 le quedó el sol en la frente, la sal en la boca y su gusto por el aire tibio. Por esa brisa astringente que un día le secó la osamenta hasta dejarla varillas a la cal.
Vuelve la vista a los finos trazos que surgen de su exquisita pluma. Se gira para ver a Tomasa que sube: -¡de orden de Ña Mercedes pa´cebarle unos mates!- dice la muchacha de piel de ébano que coloca la pava de hierro fundido sobre el brasero, al tiempo que se acuclilla a unos pocos metros distante.
La ciudad recobra su vida. A través del zaguán llegan los pregones del aguatero que promete aliviar el calor de los eventuales bebedores. Camino a su puesto de venta en la Recova pasa la mulata Simona arrastrando un barril de grasa vacuna sólida, dejando tras suyo un surco sobre la tierra reblandecida. El olor de la pella que llega hasta el patio de la casa la delata.
Pronto la mulata estará entregada a ofertar las empanadas que habrá de pescar de ese caliente, oloroso y denso líquido de las mil frituras.





Leyenda:
¿Acaso vivió y murió en Buenos Aires el último Delfín de Francia? Tal era la leyenda que por muchos años se hizo eco en estas tierras. La de Pierre Benoit, un arquitecto francés que llegó en 1818 con recomendación al gobierno patrio del propio Napoleón y murió en 1852. Vivió en una casona de la antigua calle de la Universidad, hoy Bolivar e Independencia. Se casó con una mujer local y tuvo dos hijos: Petrona y Pedro. Entre su legado se cuentan varias fachadas neoclásicas de los edificios públicos de la época. Su hijo Pedro Benoit, a su tiempo fue un prestigioso arquitecto y tuvo mucho que ver en la proyección de la ciudad de La Plata.
No se sabe donde se acuñó la historia que dice: fue rescatado de la prisión del Temple y de allí a Inglaterra, luego vinieron los años de servicio en la flota imperial y luego su vida en Buenos Aires. La historia cobró nuevos bríos y misterio cuando en los años ´90 de la última década, sus descendientes hicieron practicar una pericia sobre los huesos del francés que descansaban en una modesta sepultura del cementerio de la Recoleta y se determinó que había muerto a los 67 años de envenenamiento por arsénico. Eso sumado a la versión que se corría por esos años, de que los huesos encontrados en la prisión francesa no se correspondían con los de un niño de diez años, que suponía ser la edad del Delfín contribuyó a sostener la Leyenda de este anónimo Luis XVII.
Pero en el año 2000 se hizo público un estudio que se practicó sobre un corazón conservado que se presumía del Delfín, para determinar mediante una nueva técnica de presencia de células mitocondriales la pertenencia. Esto determinó que efectivamente el corazón era del niño que murió en prisión de tuberculosis en 1794, echando por tierra la magia de la leyenda de estas tierras.
Mujica Lainez dedico un cuento a esta leyenda en su "Misteriosa Buenos Aires": "La escalinata de mármol", y también en otro de sus libros: "El escarabajo", que es la historia de una joya, un escarabajo de lapislázuli que tuvo su origen en el antiguo Egipto y llega hasta nuestros dias en estas tierras, de mano en mano, narrado por el mismo escarabajo, y uno de sus dueños fue este francés misterioso.
Aquí y aquí les dejo dos enlaces con notas al respecto por si les interesa ahondar un poco más.

miércoles, 19 de octubre de 2011

lunes, 17 de octubre de 2011

Convocatoria: Este jueves, un relato. Mitos, leyendas y creencias

¡Bueno!, me dejaron sola...¡tendrá que ser aquí nomás!
Mitos, leyendas y creencias.

Hay a montones, de las más variadas. Cada ciudad tiene las suyas, tantas como esquinas. Algunos barrios presumen de sus mitos. Los difunden, los escriben. Otros, de ellos hacen mofa. Los desmerecen, los olvidan.
Aquí el caso de:
Los Hombres Sensibles, los Refutadores de leyendas y los Reyes Magos
Todos conocen la aguda polémica que suele encenderse en Flores cuando se acerca el seis de enero.
Los Refutadores de Leyendas cumplen en esos días horarios especiales y desatan una intensa campaña. Naturalmente, tratan de esclarecer a los chicos acerca de la verdadera identidad de los Reyes Magos. Los más desaforados no vacilan en afirmar que estos personajes no existen....
Los Hombres Sensibles de Flores, por el contrario, prefieren que los chicos crean en los reyes, en las hadas y en el mundo de los sueños....
En la anual discusión de los Reyes Magos, los Hombres Sensibles acusan a los Refutadores de Leyendas de obrar con el único propósito de ahorrarse el regalo. A su turno, los Refutadores declaran que muchos pibes de Flores fingen creer, aun siendo escépticos, al solo efecto de recibir un trencito o una pelota....
Los Hombres Sensibles tienen en esos asuntos algunos aliados indeseables.
Muchas personas que se jactan de su dulzura suelen cometer el desatino de intentar la demostración racional del mundo mágico para convencer del todo a los chicos.
Así, cada Navidad, docenas de pajarones se disfrazan de Papá Noel (una ilusión gringa, les garanto). Otros hacen el Rey Mago y hasta llegan a saludar y besar a sus sobrinos para que crean o revienten....

(Extracto de las Crónicas del Ángel Gris de Alejandro Dolina)

¡Este jueves escribamos sobre los mitos urbanos, los de antigua data o más recientes, expongamos la riqueza...o la puerilidad de las creencias populares, en clave de relato o como más te guste!

Y como es de rigor: POR SUPUESTO EL SELLO NORMATIVO DEL AMIGO TÉSALO (eso espero):"NO OLVIDES COMUNICARME TU URL EN AGREGAR COMENTARIOS". EL PLAZO ES HASTA EL VIERNES, NO OBSTANTE SE ADMITEN REZAGADOS. CUELGA UNO O MAS RELATOS.

jueves, 13 de octubre de 2011

Relato de Jueves Literario: Voces

La convocatoria de la semana la lidera Yonky desde su espacio: http://yonky-detodocomoenbotica.blogspot.com/, allí encontraran otras voces sureñas, y aquellas que llegan allende el mar en: http://callejamoran.blogspot.com/

Yo por mi parte me sumo aportando mi voz de esta manera:


Sepan disculpar la "domesticidad" del video, es la primera vez que hago algo semejante.
Les dejo un gran beso a todos los visitantes

jueves, 6 de octubre de 2011

Relato de Jueves Literario: Idolos

La convocatoria de esta semana nos invita a decir algo sobre: Idolos
Cass la lidera. Hay más idolatría en http://elbalcondecas.blogspot.com/


SANTA COLOMBA

Los cannoli le están saliendo de rechupete. Uno a uno retira los tubitos del líquido hirviente y los pone sobre un papel secante para que absorba el excedente de aceite. Acto seguido arroja a la olla otra tanda de cilindros de masa.
Se queja el aceite con chirridos agudos al tiempo que repele a los intrusos con empujones borboteantes. Los cannoli resisten y les crecen pústulas desparejas de aire.
Su mano delicada los gira un poco hasta que están bien dorados, los retira y los mira con satisfacción. ¡Tal como se lo enseñó su santa madre! Le parece escucharla: -¡la masa debe estar bien estirada y aireada para que salgan livianitos!
A un costado reposa el relleno elegido: uno de ricota perfumado con ralladura de cáscara de naranjas. Para terminarlos, toma unos por cuyos costados asoma la ricota y apoya cada extremo en pistacho molido. Repite los pasos con otros, pero esta vez les pega en los extremos: virutas de chocolate. Los apila alternados unos con otros en una gran fuente. Los contempla por unos segundos antes de llevarlos a la heladera. Le parece que el último de los rollitos, el que está en la punta de la pirámide luce como la cara de su madre...Se acerca para mirarlo mejor. –Si, no caben dudas.-Se dice.
El cilindro tiene la base inflada en semejanza a la papada abultada de su madre. Hasta su cutis trigueño se encuentra ligeramente evocado por la coloración de la masa, -producto de la copita de marsala añadida en su preparación-. Los claros y oscuros de los dorados impresos por la fritura se corresponden con las cavidades de sus ojos, la sombra de su nariz afilada y la tersura de su mejillas regordetas y brillantes. Incluso el chocolate en sus lados completa la visión de sus cabellos negros que usaba con un rodante tirante en la nuca. Beatriz lo toma y lo pone en el estante superior de la heladera, separado de los demás.

De camino al mercado se encuentra un billete de cien pesos tirado en la vereda. Está ahí: completamente desplegado, a la vista de todos y sin embargo nadie lo ha recogido. – ¡Mamma mía, pero que buena suerte!, -se dice sonriente.
En el mercado se encuentra a doña Lucia. Le cuenta que hizo cannoli con la receta dilecta de su madre. Doña Lucía la conoció muy bien así que sabe que su amiga Colomba era celosa de sus recetas. –¡Es cierto, tanto que su cara apareció en uno de los rollitos!, -le dice Beatriz divertida. Está exultante por su buena fortuna y le cuenta a la anciana sobre el hallazgo reciente...No sabe qué fue antes o después: si el cannoli con la cara de su madre o el billete encontrado, en todo caso doña Lucía ató los hechos como los cordones de una zapatilla.
De regreso en la cocina Beatriz encuentra con beneplácito que la almacenera le dio un huevo demás. Ella le había pedido una docena, pero cuenta nuevamente y allí hay claramente trece huevos.
Los ladridos del perro se llevan su atención al patio. El hijo de la vecina asoma la cabeza por encima de la medianera. Le dice que este año la higuera dio más frutos de los que podrán comer y su madre se pregunta si aceptaría una canasta repleta de higos...
No ha pasado siquiera una hora desde que se encontró el billete y Beatriz ya tiene la sensación de que la abundancia tocó a su puerta....¡Toc, toc!, la que toca a la puerta es doña Lucía que viene acompañada de su hija. Desea ver la cara de Colomba ya que ella y su hija andan necesitadas de suerte últimamente.
Beatriz está cerrando la puerta cuando aparece Amparo la almacenera, que viene con un viejo paraguas. No llueve hace décadas pero igual parece que hoy recordó que debía devolvérselo, y de paso viene a pedirle buena fortuna al cannoli mentado.
En la cocina las mujeres contemplan la pieza de repostería con silencio reverencial...
Algunos opinaban que su madre era una santa...¡Santa Colomba!...y por allí se dijo que sus manos eran milagrosas. ¡Sí!, muchos todavía recuerdan aquella legendaria Navidad de la multiplicación de los panes; ¡bueno!, ¡más bien de los panettones!...
Como cada año Beatriz ayudaba a su madre a hacer el pan dulce, pero ese diciembre fue uno de extremo calor y la masa no dejaba de levar. Creció y creció y las mujeres pusieron porciones de masa en los moldes que encontraron. Pronto no hubo más moldes en la casa y Beatriz debió acudir a las casas vecinas por moldes. La noticia cundió y los vecinos vinieron con recipientes a llevarse masa fecunda. Los hornos funcionaron hasta altas horas la víspera de nochebuena y elevaron la temperatura del barrio a límites intolerables. Por días la cuadra olió a panettone recién horneado y azúcar glaseada.

Nico toma el rollito cremoso de la heladera y lo coloca en su lunchera junto al sándwich de pan integral. El día anterior había escuchado hablar a todas esa viejas de la multiplicación, de los dones y la suerte, y como esa mañana tiene prueba de matemáticas que consistirá en difíciles operaciones de multiplicación y división con decimales, piensa que el cannoli de su nonna Colomba le traerá suerte.
De vuelta en su hogar Nico mete la mano en el bolsillo de su guardapolvos y toma el cilindro dulce. Lo tuvo toda la mañana en el estante bajo su pupitre. Un par de veces lo rescató de manos de uno de sus compañeros. A estas horas el dulce ha sufrido mermas considerables. No le quedan vestigios de chocolate, la papada de Colomba está desinflada y en su lugar hay masa crocante ajada, tiene unas manchitas oscuras que antes no tenía, un par de lamidas, una mordida en uno de sus lados y además la ricota huele a cuajo rancio.
Nico esta seguro que en la prueba le fue mal, muy mal. Mide la distancia que lo separa del tacho de basura y arroja con estrépito lo que queda del rollito, al tiempo que vocifera con enojo: -¡esto es una porquería!, ¡bahh!, la verdad es que extraña los cannoli de su nonna.