Porque yo tenía un placard que parecía no tener fondo. El mismo albergaba un universo de cosas variadas y algunas hasta olvidadas. Grande fue su fama y a mucha gente su capacidad impresionó, que a menudo sobre un objeto o prenda preguntaban: ¿Acaso lo sacaste del fondo de tu placard?
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jueves, 23 de diciembre de 2010
Relato de jueves literario: Un Villancico
Mas temas de la convocatoria navideña en:
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LA NAVIDAD DE MARÍA
Estaba parada sobre una pequeña porción de asfalto muy quieta y nerviosa junto al resto de los pastorcitos, esperando a que la hermana Ángela les diera la orden de avanzar.
Uno de los seminaristas que oficiaba de asistente de la hermana catequista, estaba ajetreadísimo acomodando a los chicos en una larga fila de a dos.
Se lo veía acalorado dando indicaciones en voz muy alta y mandona, mientras el silbato que llevaba colgado del cuello pendulaba desordenadamente.
Cada tanto tomaba del brazo a alguno que no se estaba quieto y lo empujaba hasta su lugar, conminándolo para que aguardara en silencio.
Aunque ya era de noche, hacía mucho calor. Así que a esas alturas María tenía pegados en su frente húmeda de sudor, los rizos que le asomaban por debajo de la pañoleta floreada que llevaba atada a su cabeza.
El resto de su atuendo de pastorcita lo componía una falda con vuelo, una blusita liviana, unas medias blancas de algodón calado stretch hasta las rodillas que le producían picazón, y en sus brazos llevaba a modo de ofrenda, una canasta de mimbre tejido con lo que simulaban ser unas manzanas.
Para lograr un efecto realista, ella se había empeñado en colocar arriba de las ficticias, unas manzanas verdaderas verdes y rojas.
Antes del evento le había anunciado con determinación a su madre, que iba a maquillarse con las muestras de cosméticos provenientes de la farmacia de su abuela. Y aunque su madre al principio se negó rotundamente, al final María se salió con la suya.
Consecuentemente allí estaba, parada en el medio de una de las calles laterales que conduce a la plaza, con sus labios pegoteados de carmín y con rastros de sombra azulada en sus mejillas, que sus dedos con descuido habían arrastrado desde sus párpados.
El pesebre viviente que organizaba cada año el Padre Mirinda era todo un acontecimiento. La navidad se anunciaba desde la noche anterior con fuegos de artificio desde su parroquia, y seguían hasta la nochebuena.
El casting para elegir a la Virgen, José y los reyes magos se llevaba a cabo con ridícula solemnidad.
Y ya se sabía que los pastorcitos mejor producidos serían los elegidos para encabezar las columnas, que llegarían a la plaza desde los cuatro laterales circundantes
María miraba con anhelo a los ocupantes de la estructura de paja que ocupaba el centro de la plaza.
Le pareció que el manto que cubría la cabeza de la Virgen se veía de un blanco fulgurante bajo las luces, y su sonrisa era tan radiante, que los dientes de la muchacha se veían desde lejos con brillo de perlas.
Sabía que de momento no tenía la edad ni la altura para representar a la Virgen, porque siempre elegían a una quinceañera de cabellos largos.
Pero conservaba intacta la secreta esperanza de ser elegida en unos años, cuando tuviera la altura justa y el cabello crecido.
De repente la hermana Ángela que seguía con cuidado los acontecimientos que en la plaza tomaban lugar, dio la orden de avanzar.
María se acomodó la cesta y trató de girarla sin que se le cayeran las manzanas, porque unas salientes del mimbre se habían escapado del tejido y le estaban lastimando los dedos.
Salió caminando junto a Laura que llevaba en una canastita festoneada, un chanchito rosadito que había sido destetado de su madre, y sus padres se lo habían traído del campo hacía una semana.
Era un primor, todos querían acariciarlo.
Mientras esperaban en la fila, Laura le había dado leche con una mamadera, hasta que se quedó dormido.
María hubiera preferido llevar un animalito al igual que Laura, -idealmente un corderito como muestran las ilustraciones de los libros de catecismo-, en lugar de una cesta con frutas falsas. Pero sabía que eso era imposible!
Cuando su amiga le dijo que llevaría al chanchito y que ya tenía la aprobación de la catequista, María insistió en su casa para llevar a su conejo gordo y arisco.
Su padre se opuso diciendo que era una tontería, tanto como era una tontería llevar cualquier animal.
Inmediatamente dicho esto, su padre se giró hacia su madre haciendo un ademán desdeñoso y en la mirada cómplice que le dirigió, soltó la sospecha de que el Párroco no había podido, o mas bien no había “querido” poner freno a dos padres condescendientes, y al capricho de una niña.
En la calle, los pasos de María siguieron uno tras otro mientras la música navideña que salía de los parlantes, y el ruido de la multitud intensificaron su volumen.
La plaza se había llenado de gente y costaba ver el pesebre.
Ella se limitó a seguir al líder de su columna que con unas campanas de pregonero avisaba el arribo del grupo de pastores.
Poco después, la gente rompió en aplausos desde cada rincón de la plaza cuando todas las columnas hicieron su entrada triunfal al unísono.
María caminaba en dirección al pesebre cuidando de no perder una manzana de su cesta.
A su lado el marrano de Laura se despertó y empezó a chillar como un bebé.
María y Laura siguieron su camino, la una zamarreando a su mascota para calmarlo, y la otra regalando amplias sonrisas por doquier.
¡FELICES FIESTAS!
Preciosos los pesebres vivientes, todos querían salir, normal, es algo muy especial donde todo el pueblo está unido en una misma causa.
ResponderEliminarMuy bonito el relato
Pesebres vivientes, siii, en todas partes, pero, no dejas de asombrarme con tus relatos, y además me pasman palabras com: "pastorcillos bien producidos" (?), jejee, aquí suena a chicos bien paridos, bien hechos...o "el chanchito", lechón, cerdito!!! Zamarreando, música navideña que salía de los "parlantes" ¿altavoces?. Qué maravilla de giros con el idioma, nunca termino de aprender de nuevos.
ResponderEliminarA la niña María algún día le tocaría hacer de María, aunque para entonces ya le parecia el montaje una tontada ¿o no?
Ha sido como ver los que hay por acá, con padre Mirinda y hermana Ángela, más o menos.
Pienso que tal vez a ti te sonarán raras palabras que nosotros metemos, seguro. Pero no importa, la verdad es que leerte, Cesi, es un placer angelical, besito de ovejita beeeeee en el pesebre viviente.
Cármen, es cierto que participa todo el pueblo y tienen un encanto especial. gracias por pasar
ResponderEliminarNatalia: tenes razón que a veces uso palabras que uno las tiene tan internalizadas que no me doy cuenta que no es asi para todos. Producidos es una palabra muy televisiva, que usamos mucho para decir que estamos maquillados, ataviados etc. (la verdad no es muy apropiada) Y si parlantes son los altavoces.
Acertas en que algunas palabras usadas por uds suenan raras, pero se adivina el significado por el contexto. Graias por pasar! Y felices fiestas a ambas
En estas fechas tan entrañables que la armonía, paz y felicidad entren en tu casa.
ResponderEliminar¡¡FELIZ NAVIDAD!!
Un abrazo.
Que sea una nochebuena plena de esperanza por lo que está por venir...
ResponderEliminarUn fuerte abrazo, y Felíz Navidad!!
Relato delicioso con la ilusión reflejada en los rostros de los/las pastorcillos de tu narración navideña. Esos momentos vividos, difícilmente podrán olvidarse en el futuro de esos niños. Al igual que a Nátali, me asombra la riqueza léxica de nuestro idioma y me alegra encontrar palabras de las que deduzco el significado pero que no son usuales aquí.
ResponderEliminarFeliz Navidad.
Un abrazo.
ceci, mientras te leía, me iba ocurriendo esto...:ceci bien puede escribir una novela...conforme iba avanzando en la lectura,más en mis trece me iba manteniendo...¡esas descripciones que hces, ceci, son, desde mi punto de vista, magníficas..al menos, yo soy incapaz de hacerls!
ResponderEliminarpor otra parte estaba ansioso de terminar el relato para saber del final..una vez concluido me he dicho esta palabra: ESTAMPA... y con ella me he quedado. desde mi punto de vista, ceci, nos has dibujado una estampa tradicional la mar de bien dibujada...bueno no, presentada...
esperaba un final al cuento...¿pero acaso los cuentos,los relatos han de tener un final? y por eso me he atrevido a denominar a tu cuento como una ESTAMPA... un FLAS estaría también para definirlo..
muchas gracias, ceci,,,mil besos por dejarme leer este primor de relato
y feliz navidad...
p.d.
cuando tenía unos 14 años..puede que 15, en el cole dond..ahh, tenía 16,pues estaba haciendo tercero de b.u.p., en se colegio luchaba yo por hacer de san josé...sabes, sabía que el papel iba a ser mío por que en esa edad había hecho una apuesta con un mi amigo: me debía de dejar barba...¡los 4 pelos que me salieran! ...y si esos 4 pelos me duraban un año ganaba la apuesta...la gané por cierto, también hice de san josé con barba natural
feliz navidad, ceci.
Qué lindo relato Ceci. Felices fiestas! Beso
ResponderEliminarMe encanta la sencillez, pero a la vez la descripción perfecta que has hecho de todos los personajes y de la situación, por lo que me sentí parte de esa plaza...Me encanta viajar con tus relatos...Gracias por compartir ese don maravilloso que tenes con nosotros...
ResponderEliminarTe dejo un besote enorme
¡¡¡FELIZ AÑO NUEVO!!!
Adoro los pesebres vivientes... aunque las internas no siempre albergan sentimientos del todo cristianos!!!
ResponderEliminarEspero que 2011 sea el año que venga todo aquello que en el que se va no pudo ser (admiro muchisimo la actitud y la valentía frente a todo esto).
Te mando un beso enorme!
Querida Ceci, no sé como te me habías perdido....
ResponderEliminarMe ha encantado que me llevaras literalmente de la mano, y haya podido conocer tan de cerca, hasta poder verlos, a todos los personajes...
Eres una narradora fantástica!!!!
Me encanta leer los giros lingüisticos que tiene el castellano, según donde se hable...
Que riqueza, que maravilla!!!!
Me ha encantado...
Espero que esta noche los Reyes Magos dejen en tu casa toda clase de dones...
Besitos, princesa.