EL AMOR LLAMA A LA PUERTA
Los sonidos de la calle la empujan hacia la boca del túnel que
se la traga de un bocado. Una vez dentro el zumbido se hace grave y la luz, descortés.
Camina por un pasillo azulejado guiada por pequeños chirridos que se suceden a
lo largo de los interminables tubos fluorescentes del techo, y a medida que se interna sus pisadas van
perdiendo levedad. Sus tacos comienzan a dibujar tímidos semicírculos en el piso al
son de un “taquito militar” que un muchacho ejecuta en una guitarra enchufada a
un amplificador, de pronto se siente confiada y se permite medio balanceo, una oscilación de cadera...o dos. Entra a la formación y detrás de
ella un corte de guillotina descabeza la milonga. Callan los sonidos tangueros que
minutos antes le trajeron un sentimiento íntimo de pertenencia que ve reflejado
en las sonrisas de otras personas, y secretamente todos agradecen.
El vagón está casi vacío pero aun así no quiere arriesgarse
a sufrir las consecuencias de un paso apurado, de modo que se acomoda en uno de
los asientos de material plástico mate disponible
frente a la puerta de acceso, en la que se adivinan los restos de miles de
notas decapitadas. A través de sus
ventanillas se suceden las estaciones iluminadas como puertos de civilización en
medio del océano oscuro, suenan fuertes pitidos que dan largada a veloces carreras de los cables tendidos en las
tripas del subterráneo, y hay reflejos que se cuelan entre flashes que disparan
a las retinas. Semejante visión con los lentes de leer puestos le produce mareo, nada grave, se los quita, pero antes revisa el whatsapp: “Ya estoy aquí esperándote”.
La formación entra a la estación terminal, ella se para y a
continuación la imagen del hombre quieto con una ramito de jazmines en la mano
se le acerca hasta quedar tras la puerta de acero. La puerta se abre, ella la atraviesa y con paso holgado se dirige al encuentro de una historia que aún, no se escribe
siempre me ha inquietado mucho viajar en subte, será por lo inusual que para mí resulta: no hay por mi ciudad y sólo lo hago cuando viajo y no lo puedo evitar.
ResponderEliminarHas descrito maravillosamente la sucesión de sensaciones varias que el personaje siente a medida que se sumerge en esa especie de serpiente subterránea!
=)
Un fuerte abrazo
Estoy de acuerdo con Neo, es una fantástica descripción de la travesía física y emocional de tu personaje que se le dio en el tren de la metrópoli. Al salir de esa puerta historias infinitas le esperan. Quedo genial tu relato.
ResponderEliminarBeso
Una gran historia de ese viaje figurado a través deese tren que le lleva de camino a una nueva vida, u otras historias.
ResponderEliminarUn abrazo
Buena historia me ha gustado
ResponderEliminarUna historia que no se cuenta pero que se insinúa.
ResponderEliminarSaludos.
Una historia que comienza en un "viaje subterráneo". Una historia por hacer, crecer y vivir. Gracias Ceci por tu participación . Un beso
ResponderEliminarMe encantó tu historia!! …de todas las veces que he viajado en subte, no he visto algo tan bonito …pero quién sabe? …tal vez algún día …la historia no está aún escrita.
ResponderEliminarUn beso.
Las historias de amor inesperadas son las mas apasionadas , en ese metro dentro de un vagón y esa puerta de acero se esconde quizás la mejor historia de amor ...Un abrazo fuerte .
ResponderEliminarNos has preparado bien para que cada uno escriba la historia de esa pasajera que va a traspasar la puerta del tren subterráneo y quizás la de su vida.
ResponderEliminarUn beso
Tu relato es la antepuerta de una historia que nos tendremos que imaginar. Yo ya la imagino llena de felicidad. Esos jazmines solo son el prólogo de muchos días de amor.
ResponderEliminarUn beso.
Todo lo que se intuye, al final será escrito, pero primero habrá que tener la experiencia,no?Al final has dejado la puerta abierta, jejeje.
ResponderEliminarUn beso
El amor está en cualquier vía y se puede vestir de cualquier forma.
ResponderEliminarBello tu aporte... y lleno de incógnita... pues ¿se encuentran? Porque estar están, pero ¿son?...
Para otro momento.
Un beso grande.