EL HOMBRE EN LA FOTO
La superficie rugosa del camino asfaltado le oponía una
resistencia feroz a sus pasos arrastrados. Había elegido para la ocasión unos
zapatos cómodos con suela de goma que le prometían llegar en una pieza a
destino, aún a riesgo de mermar la elegancia de su vestimenta justo cuando se
está al final de la traza, y por esa misma razón, se rehusó a perderla del todo
cubriéndose con el abrigo de pluma.
Cerró la puerta de su casa allá en lo alto bien temprano cuando todavía la niebla se medía con los árboles y desdeñando la frialdad del
aire fue deslizándose todo el camino abajo, un
paso corto tras otro en un ritmo de freno y avance, venciendo la inercia
traicionera con bastón y orgullo
Llevaba mucho tiempo sin ver ni hablar con nadie, por eso no
pudo resistirse a la invitación que esa gente joven de linda sonrisa, que
ocupaban los cargos municipales que antes ocupaban rancios funcionarios, le
hizo, ¡y no porque el fuera alguien especial!, su único mérito la verdad, era
haber sobrevivido al resto de los ancianos del pueblo. Así y todo se sintió
halagado, por eso lo pensó dos veces, no quería estropearle la fiesta a esa
gente amable y confiada, pero la tentación era grande y ya pronto no quedaría
ni él
El mediodía estaba anticipándose
y la niebla se había recostado sobre el fondo verde cuando a la entrada del
pueblo se detuvo a descansar. Con dedos temblorosos
revisó el contenido de sus bolsillos, una pulsión apresurada le había hecho
llenarlos de caramelos para ofrecerles a los nietos que nunca había abrazado. Se
acomodó sobre su bastón y se sintió penosamente tonto, sus nietos ya serían mayores, tal vez,… con suerte,…
serían los hijos de sus nietos quienes los aceptaran.
Aún recostado sobre
su bastón miró una vez más escuchando las
campanas llamar a misa. Abajo se estacionaban los autos lujosos y desfilaban
abrigos relucientes. Era una viva imagen de prosperidad, muy diferente a la de
sus tiempos. Y allá fue, entero, a recibir el obsequio que le hacía su pueblo: oídos generosos para la voz de su alma, y pensó con tristeza y un poco de tenaz esperanza, que solo tenía para retribuirles un puñado de
caramelos, y una confesión.
Enternecedor relato, preciosa historia que debería animarse a seguir con su trama. Delicada como siempre, tu prosa acaricia al lector entreabriendo un mundo que seduce y atrapa apenas comenzar.
ResponderEliminarMe alegra mucho que hayas decidido participar de esta convocatoria, Ceci, muchas gracias!
Un beso grande.
Acariciador tu relato juevero, se oye la voz de su alma con tus palabras, me ha encantado.
ResponderEliminarUn beso.
Un tierno relato donde cuando lo lees te quedas con ganas de saber que pasó de él y si encontró a esos nietos o personas con quien poder mantener una linda conversación ..
ResponderEliminarUn abrazo y gracias por compartir .
Es que es un relato tan tierno que llega al alma, que delicadeza, que halo de tranquilidad, sencillamente precioso. Besos.
ResponderEliminarDelicado y lleno de armonía, es un relato que invita a la paz interior.
ResponderEliminarUn abrazo
Hola, Ceci! Qué lindo es volver a leerte!
ResponderEliminarTu relato me llenó de emociones distintas, por un lado un dejo de tristeza frente a esa soledad que emana el personaje, pero por el otro lado me ha dado ternura y alegría saber que alguien en ese pueblo, ha decidido volverlo a la vida, aunque sea por un rato.
Un abrazo.
A pesar de todo un halo de esperanza, un reconocimiento y una terquedad grabada en los años, pero siempre hay un momento para avanzar un paso aunque se tenga un poco de miedo.
ResponderEliminarLo cierto es que tu relato tiene magia, de verdad.
Un beso.
Tu narrativa es exquisita, se lee disfrutando cada frase, cada imagen. Tienes el don de manejar con mucho acierto las palabras: "bien temprano cuando todavía la niebla se media con los árboles". Un placer leerte.
ResponderEliminarUn abrazo.
El final parece un buen principio.
ResponderEliminarBeso esperanzado.
Precioso relato, tienes una manera de contar muy bonita...
ResponderEliminarCuánto detalle... Es bonito imaginarlo.
Un beso.
Miedo me da la confesión.
ResponderEliminarNos dejas en lo mejor.
Enhorabuena.
Que bien tenerte Ceci, se te extraña. Tus letras como siempre llegan cargadas de belleza, de suave susurro, de ternura que mece desde el principio hasta el final. Yo me dejo seducir en cada renglón.
ResponderEliminarUn placer.
Besos.
Tu relato me trajo nostalgia por un lado
ResponderEliminary esperanza por otro. Ese abuelo tierno,
tiene mucho que contar.
Un abrazo
Qué lindo relato, no conocía tu blog, hace poco me paseo por este mundo y me ha gustado compartir mis escritos con la gente que se involucra y comparte.
ResponderEliminarBonito tu blog, lo seguiré si me lo permites.
Un beso desde mi planetas de cristal.
Paula
Guao, un relato lleno de significado, que te deja pensativa nada más leerlo; prosperidad, a cambio de caramelos y una confesión... Hum...
ResponderEliminarBesos jueveros
Me gusta como escribes
ResponderEliminarasi de facil
gracias por compartir