Esta semana vuelvo al ruedo y me sumo a la convocatoria que lidera Mónica en su blog: http://neogeminis.blogspot.com/, por más pelis, dirigirse allá
» "He vivido la época en que se temió que el cine se viera desplazado por la novedad de la televisión. Pero no he compartido ese miedo porque sé que la radio y los discos no pueden destruir la ópera. La televisión no ha podido acabar con el cine porque la gente quiere estar allí, quieren ser los primeros, quieren oír las risas de otras personas".
Billy Wilder
GOOD MORNING, JULIA
Julia esperaba parada en la puerta tapiada del viejo cine a que se le unieran sus vecinos. Habían acordado previamente que esa noche realizarían un abrazo simbólico a ese titán de ladrillos sepiados, único sobreviviente a la modernidad, la tv y los dvd.
Por largas e infructuosas horas habían discutido en la junta local con los representantes de la empresa cuyos planes consisten en levantar un centro comercial en el lugar que hasta ahora ocupa el baluarte del séptimo arte; y habían concluido los habitantes del pueblo: que cualquier acto de resistencia sería inútil y pequeño frente a la acción de los poderosos.
¡Nada de eso importaba a esas alturas!, irse a casa sin decir más significaba consentir el robo de los valores; para Julia expresar su protesta era una cuestión de principios y esperaba una actitud semejante de sus vecinos. Pero ahí estaba ella, sola, con su termo de agua caliente bajo el brazo y su equipo de mate apoyado en el suelo, a sus pies.
Con el correr de las horas el impulso inicial que había animado a los vecinos a plegarse a la protesta, se había ido desvaneciendo con excusas débiles mediante.
-¡Julia, no se me ofenda pero yo me voy a ir retirando...! mañana madrugo sabe!
-¡Julita es una lástima, de mil amores me quedaría, ¡esos hijos de su madre!, ¡ay!!, ¡cuando lo pienso me da una rabia!! ¡No sé qué haría mira!,...pero los chicos mañana tienen escuela...cualquier cosa que necesites: ¡chista!
Todavía quedaban rezagados en las calles que apuraban sus pasos evitando cruzarse con la mirada acusadora de Julia; pronto el pueblo quedó desierto. Por suerte la luna llena estaba allí en lo alto del cielo, luminosa y clara para brindarle apoyo.
Julia sabía que detrás de las rendijas y puertas que se cerraban las miradas curiosas seguían sus movimientos. "¡Manga de tibios!, ¡a la primera de cambio se meten en sus casas!"; no obstante, siempre contaban con ella, con Julia la leal, Julia la sólida, la que no tiene marido ni hijos que le esperen en casa, solo una madre anciana que por entonces ya estará en brazos de morfeo gracias a las píldoras rosadas.
Tenía un nudo en la garganta y unas ganas locas de llorar, en cambio: se sentó en su banquito, se alisó la falda con las manos y con gestos ampulosos e histriónicos se rodeo el cuerpo con la soga que sujetó de las maderas que obstruían la puerta del cine, eso: por si la policía intentaba apartarla, aunque estimaba que no harían nada hasta la mañana; después de todo ella no representaba una amenaza.
Al poco que la brisa fresca envolvía su cuerpo y el líquido tibio de los mates cebados le caldeaba su interior, unas extrañas figuras longilineas y etéreas, esmeriladas por niebla gris, entraron en fila al edificio tras suyo por las grietas de la tapia. Desfilaban antes los ojos de Julia hombres y mujeres vestidos de gala en tanto la luna resaltaba el brillo perlado en los cuellos estirados. Le rechinaron los dientes por el fru-fru del satén, le llegó el eco de las risas apagadas y las estertóreas y le alarmó el estruendo de los descorches.
Una figura reparó en ella y en su evidente tristeza; -¡toma!, en ninguna de tus crisis te he visto tener un pañuelo, -le dijo un hombre robusto de mirada insolente y gruesos bigotes al tiempo que le alcanzaba un pañuelo blanco. -¿Qué dice?, ¿a qué crisis se refiere?, -se preguntó Julia que se sintió en evidencia, sola y con profundos deseos de llorar. "¡Aquí estoy, mirándote nena!", las palabras salieron debajo de un panamá ladeado, envuelto en el humo que le siguió a una larga pitada.
Alguien le estiró la mano; alzó su rostro y vio una sonrisa amplia de dientes blancos que le trajeron evocaciones mezcladas de bailarín y zorzal criollo. -¡La fiesta espera!, -le dijo el de la sonrisa dentada; ella dudó, no tenia vestido propio para una fiesta, pero... finalmente se dejó llevar...
Al amanecer la encontraron los primeros transeúntes. Estaba desparramada sobre su banquito, la falda arrugada, el termo aun aferrado con fuerza bajo el brazo, la cara a un costado, le cruzaba la mejilla un surco de baba seca y le salía un ronquido audible de su boca abierta, al tiempo que los perros del barrio se arrimaban a husmearle sus partes.
Los vecinos no podían disimular la impresión que les causaba ver a Julia desprovista de su correcta y acostumbrada postura. Todo en ella lucía grotesco y sabían que la mujer se lamentaría luego; sin embargo, había algo que en ese paisaje vergonzoso desentonaba; les llevaba un par de segundos a las vistas culminar el recorrido en un par de pies calzados con tacones de charol negro y hebilla de strass, que brillaban bajo los tímidos rayos de un sol que prometía irradiar.
Impresionante,Ceci. Sin duda, acudió a la fiesta.
ResponderEliminar¡Que bien relatas!
Un abrazo.
Maat
Terrible, conmovedor, indignante, cierto, la verdad es que a la hora de las quejas todos están prontos, pero cuando hay que jugarse, cuando es necesario actuar y manifestarse con seriedad, casi todos se escurren con alguna excusa floja y son pocos los que se animan a continuar hasta el final. Lamentablemente para tu protagonista, su final coincidió con el de la sala de cine que intentaba preservar...todo un símbolo.
ResponderEliminarExcelente relato.
un abrazo.
un relato exquisito...imperdible... casi no lo veo... gracias a dios google reader me da notificaciones de que me faltaba un relato :D el último de mi jueves. bellísimo por cierto. un beso!
ResponderEliminarHay mucho sentimiento y pasión en la escena que cuentas. Que importa la compustura cuando por fin se ha hecho lo que se deseaba con valentía no excento de contradiciones.
ResponderEliminarEs lo cuenta.
Bss y un lindo finde
A la hora de actuar y no bajo los focos, se achica la gente !qué triste y verdadero!
ResponderEliminarLa visitaron aquellos que fueron auténticos en la sala del cine muerto, no podían faltar, una noche de estrellas y unas copas de champán, si los demás, pusilánimes, la compadecer y se burlan, peor para ellos, nunca amaron el cine ni a Julia ni a los sueños. Quedaron aquellos zapatos mágicos de charol.
Felicitaciones Ceci, has escrito un guión triste y a la vez conmovedor. Besitos.
lo primero que se me ha ocurrido cuando he venido a leerte ha sido decirme, ea, ya está acá doña ceci...
ResponderEliminarlo segundo ha sido, y una vez leído el texto, esozar una sonrisa por aquello de que es un textolargo. ello quiere decir que doña ceci ha venido con ganas, con muchas ganas de escribir...
a continuación...a continuación ya me he metido en el texto...y mientras iba leyendo, me estaba dando cuenta de la corrección del lenguaje de ceci...este texto carece de aquellas adjetivaciones que tanto me gustan de doña ceci...por eso he dicho lo de correcto..añado aquello de pulcro...ah, y no voy a volver a releer, pero sí que me he dado cuenta de que has ido dejando perlas adjetivales por ahí...recuerdo ahora una que viene a decir los cuerpos "esmerilados?" puede ser así, ceci? me refiero a cuando los actores entran a través de las paredes, a través de las rendijas...
enciendo un pitillo...espera...
me quiero referir ahora a la magia...y sí, está bien que una tipa como la julia, soltera ella, sin hijos ella, luchadora ella, abandonada ella por...al menos en la icción literaria se vea recompensada...¡bastante hijaputa es la realidad como para que en este plano de la realidad, la ficción, no nos podamos ver con recompensas!!1
pensaste en algún momento en la blananieves del cuento? lo digo por aquello dle detallito de los zapatos...
hala, deu...y medio beso.
Hermoso y evocador texto. Las luchas contra los gigantes siempre son minoritarias. De no ser así, no quedarían gigantes. Me ha gustado la fuerza que emana de una figura en apariencia débil, aceptando con naturalidad que ha de luchar por aquello en lo que cree, a pesar de verse sola. Bueno, sola no, con la más que merecida compañía de los actores que tantos papeles interpretaron para ella. El detalle de los preciosos zapatos como evidencia de que sí acudió a esa fiesta, mágico.
ResponderEliminarUn abrazo.
Todo pasa y nada queda. Pobre mujer se quedó sola en su protesta. Se puede hacer poca cosa frente a esos grandes monstruos.
ResponderEliminarUn abzaro
Sueño fantastico o realidad imaginada en ese moderno duelo entre David y Goliat.
ResponderEliminarFiel a sus principios e ideas a pear de la vecindad acomodaticia.
Triste destino el de luchar sola.
Un beso
Mis antecesores te han dicho casi todo de este guion magnifico, con una protagonista luchadora y derrotada por la soledad que le han dejado los que en realidad la miran de espaldas.
ResponderEliminarUn placer conocerte Tocaya, ademas porque los jueveros en varias oportunidades queriendo comunicarse contigo, me han mandado los correo a mi, también para escribir un guion. ;)
Un abrazo!!!
Es que una invitación así al cine, y no al cine del barrio precisamente, sino adonde se fabrica el cine, no ocurre todos los días, la compostura no es un precio demasiado alto a pagar!
ResponderEliminarBesos!
La gente es cómoda, solo se solidariza y se juntan si les tocás el bolsillo (y a veces ni asi)
ResponderEliminarMe dió mucha pena la situación, tal vez Julia haya pasado un buen momento en compañía de todos esos personajes que al menos no la abandonaron como los vecinos.
un beso
Una frase célebre de series de TV hacia 1980 era ¡qué bueno que viniste!, con acento puertorriqueño. Eso te digo, me alegra volver a leerte y leer este texto.
ResponderEliminarMe gustó mucho, en torno a esa desaparición de las viejas salas de cine, una expresión: "el robo de los valores" que supone esta desaparición de baluartes del 7º arte para dar paso a centros comerciales clónicos.
Besos, Ceci.
Es verdad Ceci cuando hay que pararse y enfrentar pocos son los que se mantienen firmes, ella lo hizo. Perfecto relato, conmovedor y con un final de película.
ResponderEliminarUn abrazo.
Hola Ceci!!! Que bueno que ya estés de vuelta con nosotros.
ResponderEliminarTu historia es tremenda, como siempre pude al ir leyendo, ver y sentir cada una de las imágenes que ofreces. Es triste, pero real, que todos se suman cuando hay una queja, pero cuando las cosas se empiezan a poner difíciles se van.
El final es genial, te felicito!!!
Gracias por tu comentario, y me alegro que sepas del cine que hablo en mi texto. Una pena que haya terminado en eso no?
Un abrazo enorme Ceci!!!
Lo de siempre, todos se animan y luego muchos desaparecen... Me da penilla de ella que tanto esfuerzo y ganas le puso... Me encantó, Ceci.
ResponderEliminarBesos
Una perfecta evocación. No deseo pontificar, en todo caso veré donde estoy yo, cuando suceda algo parecido...
ResponderEliminarBesos.
Excelente relato, igual que un guión de cine, con un final muy bueno, sobre todo la escena con los perros a olisquear a la mujer, me ha encantado como lo has descrito, en general todo está muy bien narrado.
ResponderEliminarUn abrazo.
Gracias a todos por la visita y por sus siempre gratificantes comentarios, un abrazo a cada uno.
ResponderEliminarPrecioso relato. Un beso.
ResponderEliminarSalud y República
Hola Ceci!
ResponderEliminarEn primer lugar, gracias por visitar el blog del Canal.
En cuanto a tu historia, suele suceder eso de que ámbitos dedicados al arte y/o a la educación terminen siendo centros comerciales o iglesias evangélicas...
Lo sucedido a Julia suele ser normal, a la hora de comprometerse seriamente con una causa justa, muy pocos lo hacen...
Beso grande!
RoB