Hola a todos!, ¡Feliz año!!,pase por aquí después de mucho tiempo y quise participar en la primera convocatoria del año, OJALA, que lleva adelante Inma en su espacio Molí del Canyer. En su casa podemos leer al resto de los participantes. ¡Allá vamos!
¡OJO LA CALOR!
“¡Ojalá pase prontooo!!” Se repiten los mensajes que llegan al whatsapp, escrito así, con la “o” final repetida y coronada con signos de admiración para que llegue el aliento fuerte y claro al receptor, porque todo es caluroso por acá y a falta de abrazos el afecto se resalta en las pantallas con pulgares levantados👍, bracitos haciendo fuerza💪, ¡Que sea leve!! Expresan unas manitos juntas rogando. Besos voladores 😚de los amigos de Manuel que lo esperan en la colonia.
El comienzo de este verano me encuentra aislada en casa bebiendo mucha agua enriquecida con gotas de domesticidad concentrada😷😓. Los pasos de mi hijo recorriendo la casa de un extremo a otro de la casa retumban cada vez más fuerte. Creo que quiere escucharse caminando. Las risas y los rezongos cuando juega con sus amigos por videollamadas ponen la nota diaria dentro de los límites de aire fresco que custodiamos con celo. Papá a veces se enoja y le suma un regaño a los sonidos de la tarde. Yo también me enojo a veces.
Por estos días las vivencias tienen
la intensidad propia de las vacaciones
con un extra: el encierro forzoso. Por suerte ya no el miedo. Así que tratamos
de que no se descontrolen las ganas que están creciendo en altura, las ganas de
salir, de juntarnos con amigos, las
ganas de sacarle jugo a la estadía en casa y hacer pequeñas refacciones, para
los que nos faltan elementos, o pequeños cambios que de tan pequeños apenas se
notan. También nos dan más ganas de comer, al menos más seguido, de eso sí
que se pierde el control, aunque se cocina solo de noche porque hace mucho
calor.
Afuera todo es exagerado y extremo,
el sol cae del cielo limpio a martillazos sobre la ciudad, el calor, se diría que es un castigo bíblico. Cuelgo la
ropa enceguecida por el resplandor blanco y me encojo lo más posible con la vana
esperanza de mezquinarle el cuerpo a los rayos. Me asomo a la calle desde mi
balcón y veo a las personas con cara de sorpresa, porque al aire caliente que
se tira a la espalda como un plomo y sofoca los pulmones se suma la
incredulidad: ¡¿Qué es esto por Dios?!
Miro hacia el patio de tanto en
tanto para compadecerme de las plantas. A un par que estaban muy crecidas las
sujete con cintitas a largas varas para no verlas desmayadas, en lugar de eso
las veo erguidas como finos Ulises atadas a sus mástiles soportando el rigor de la siesta con sus ramas extendidas
y flores achicharradas. Cuando el calor afloja agradecen el riego vespertino,
las ventanas de mi casa se abren, nos sentimos aliviados.
“¡Ojalá nos veamos pronto, los
extrañamos!”💓💋🙌, siguen llegando los mensajes.