lunes, 25 de enero de 2010

Aromas que congregan

La panadería que se encuentra sita en la otra cuadra de mi casa, a diario obsequia al barrio con un envolvente aroma a facturas recién horneadas.
No es la única del barrio, pero sí la mas coqueta y fragante.
Cada fin de semana los parroquianos se congregan en la puerta de ingreso que da a la esquina, mientras se forma una larga cola en la vereda, y a medida que se ingresa al local, -por la puerta lateral que da a la otra vereda-, desagota la clientela ya satisfecha.
Seguramente a los ojos de quien no probó las delicias que hacen al convite, -particularmente de quien pasa en auto con las ventanillas cerradas-, resulta por demás extravagante la extensa fila de ansiosos clientes que esperan ser atendidos.
Mas, entre aquellos que conocemos como saben los anillos de maizena y los cuadraditos de hojaldre con dulce de leche, -y si acaso hemos saboreado y cantado a coro “odas a la manteca” en clara alusión a los palitos de queso-, no necesitamos mas justificación que la dulce recompensa que trae la promesa a tan paciente espera.
Ya en otra época de mi vida tuve la ocasión de observar desde mi ventana de la vereda de enfrente, cómo otra panadería congregaba a otra clientela, amplia, despareja y puntual.
Vivía por ese entonces en Córdoba, en un barrio viejo en las cercanías del Hospital San Roque. Durante el día el barrio era continuamente transitado por estudiantes de medicina que concurrían al hospital escuela, y otros tantos que asistían a la escuela de arte, a la que se accedía por una pequeña puerta ubicada al lado de la panadería mentada.
A diferencia de la panadería de mi actual barrio, esta otra no era nada coqueta. Se trataba de un salón grande, funcional, con una hilera de mostrador en el fondo, pisos de mosaicos de granito, y luz blanca arrojada por un largo tubo fluorescente.
De noche el barrio, lejos de aquietarse, cobraba una agitada vida, y el epicentro de la misma lo constituía con toda su luz la casa de pan, -que permanecía abierta las 24horas-.
En la zona había varias salas fúnebres. De hecho el departamento que compartía con mi amiga se situaba arriba de una de estas salas.
Así que en el local que no cerraba sus puertas jamás, se daban cita los personajes nocturnos. Los deudos que amenizaban su triste jornada con alguna dulzura que saliera de sus hornos. Los improvisados vendedores de café, quienes desplegaban sus vituallas esperando sacar rédito a costa de los desvelados concurrentes de las salas velatorias.
Se congregaban también, sin falta, los taxistas de la ciudad. Entre vuelta y vuelta se arrimaban y casi sin bajarse de sus autos, hacían sus adquisiciones rápidas y furtivas.
No se ausentaba algún que otro estudiante trasnochado, y por supuesto, los otros. Los habitantes de la noche, los descastados. Los que no compran y se quedan apostados en las veredas susurrando sus miserias!. Uno de ellos, borracho de permanente, lo vi en repetidas ocasiones abrazado a un osito de peluche rosa. Ajados y sucios, el uno por el deterioro que provoca el alcohol, y el otro por el largo manoseo de su portador.
Se sentaba y mientras le hablaba a su muñeco, sin molestar a nadie, se erigía en el vivo ejemplo de lo que les pasa a los hombres cuando los abandona la cordura!.
Lamentablemente la dieta que estoy siguiendo, -en los términos aconsejados por mi médico chino-, me impone límites que rara vez me animo a saltar. Las medialunas debieron ser reemplazadas por galletitas de quinua o de algarroba.
No obstante, como consecuencia de la felicitación que de él recibí por lo bien que estoy llevando el asunto, decidí regalarme con algún manjar.
Al pasar por la esquina de la “panadería”, tuve que apretar el paso y apurarlo conforme me lo permitían mis ojotas, todo, para escapar a la tentación que se despertaba en mis fosas nasales.
El calor arreciaba y en tanto adquiría la calidad de entidad casi sólida, yo lo empujaba, y con mi frente y las puntas de mis pies, le sacaba bocados que este cedía en mi camino a casa, y me alejaba por ahora, del influjo turbador que el aroma a facturas trae consigo. Es que por mi parte, ya había decidido obsequiarme con un helado!!

viernes, 15 de enero de 2010

La sabiduría oriental no se toma vacaciones

Estando en el subte mientras me dirigía a mi sesión de acupuntura, me entretuve viendo durante todo el recorrido, desde la primera hasta la última estación, a un nene que jugaba con un chiche. Un huevo de plástico de dos colores, que apretando un botoncito se abría con un ruidito de resorte y salía un autito sobre una pequeña rampa.
En lo que duró el viaje padre e hijo repitieron incansablemente el mismo ritual.
El padre cerraba el huevo y lo metía en el envoltorio, el nene lo sacaba con sus manitos torpes, apretaba el botoncito y reía gustoso cuando salía el autito. La misma escena tuvo lugar varias veces, calcada. Y todas las veces el nene hacía la misma mueca de sorpresa y fascinación, en tanto soltaba una carcajada estentórea (extrañamente grave para su edad) causando la sonrisa inmediata de los pasajeros cercanos.
A esas alturas se comprenderá que lo único fascinante era la sostenida fascinación del nene, ya que la sorpresa había dejado de ser tal para los adultos, unas cuantas estaciones atrás.
Definitivamente estamos crecidos y con capacidad de asombro muy mermada!.
Seguro el tiempo la impermeabilizó y la hizo resistente a encantamientos torrenciales y permanentes.
En ese sentido tengo que reportar, que los últimos dosajes de DHEA no arrojaron los resultados esperados. Me dijeron que es un poco prematuro tenerlos por definitivos y habría que esperar a cumplimentar los cuatro meses de tratamiento para recién evaluar. Me dieron las órdenes para las evaluaciones de este mes y del siguiente, ya que el equipo de médicos estaría de vacaciones en los próximos días.
Así es que mientras corría a recibir mi cuota de medicina tradicional china, no pude evitar pensar en la medicina convencional, en sus pautas impersonales y en su acostumbrada morosidad. La de logros inmensos y que avanza con pasos de gigantes, y sin embargo en muchas ocasiones, se le pasa reparar en los detalles y en las sutiles simplezas. La que va en camino indudable hacia la coronación de los especialistas. Neurólogos, cardiólogos, endocrinólogos, etc, etc, versados en sus materias, llevan historias clínicas diferenciadas, y se muestran en sus actos peligrosamente desdeñosos de la integralidad del paciente.
No obstante tiene ésta la robustez de un edificio, de forma un poco toscas asentadas en el prestigio de sus profesionales, capacitados en la excelencia que se le escapa a la desidia del estado.
Sé que sus formas terapéuticas no comulgan del todo con la de la medicina tradicional china, más empeñada esta última en lograr la sanidad a través de un equilibrio integral.
La medicina convencional con sus métodos algo radicales, producen un cierto retroceso en ese camino propuesto por la otra.
Así y todo no estoy dispuesta ni preparada para abandonarla. Como no se abandona a la esposa vieja que estuvo siempre para bien y para mal!.
Y sí, mientras la convencional se toma vacaciones, la de estirpe foránea avanza maratónicamente a razón de dos sesiones semanales para ganarle en ley propia, en tanto lleguemos al mes de marzo/abril tiempo pautado para reintentar nueva FIV, y retome la convencional, su reinado suspendido por receso de verano.
La medicina tradicional china hace suyas las premisas que la otra desdeña. Sus contornos son sofisticados, tallados por cierta espiritualidad. Se concentra en los detalles personales. Se interesa por todo. Todo tiene que ver con todo, hasta las cosas mas nimias! Los aspectos de nuestra vida se manifiestan de formas observables. Tienen importancia las formas, la coloración, la cantidad, etc.
Y aunque la oriental es mas antigua y reposada que la occidental, se aprecia comparativamente mas ágil y dispuesta a tomar ventajas de los espacios que la convencional cede.
Su entorno entero propone una pausa y el silencio impone respeto.
Mas cuando estoy en penumbras y con ojos entrecerrados observo a mi médico chino mientras mide mi pulso, su perfil me muestra un ojo rasgado de párpado inexistente, atento, y una pupila oscura que se mueve rápidamente de un vértice al otro como siguiendo un ping-pong veloz, -jugado en la distancia-, en pos de mis pulso sereno, audible conforme su ciencia.
Y yo me doy cuenta, que mi impresión, no es incorrecta.

martes, 5 de enero de 2010

Carta versada (que no es verso) a los Reyes Magos

Mañana es el dia de los Reyes Magos y yo he decidido darme una oportunidad de congraciarme con los legítimos dueños de la ilusión de mi niñez. Esos por los que uno hacia buena letra todo el año para vernos recompensados con creces la mañana temprana del 6 de enero.
Depositarios indudables de toda esperanza residual, en cuanto se tratara de obtener los juguetes de nuestros sueños. Aquellos que durante el año no habían sido alcanzados por los allegados de carne y hueso en cumpleaños, dia del niño etc, nuestra esperanza los arrastraba con toda la fuerza de la fe y el deseo hasta esta última instancia, poderosa, mágica.
Sé que estarán sus majestades ocupados justo hoy, que digo?, ocupadísimos!!
Así que sin más, les hago llegar mi deseo mas ferviente en esta carta, al solo efecto de arrancarles una mueca sonriente de sus rostros.
Sepan disculpar desde ya mis queridos reyes magos, lo deplorable de la rima y la asimetría de sus versos. No he querido más que tener una muestra repetida de generosidad, de las tantas que tuve en mi vida.
Ahí les va:


Bs. As. 5 de enero de 2010.

No es mi intención con ruegos ni viejos reclamos,
vuestra sagrada misión importunar.
Solo deseo apelar a su real intermediación,
para que con cortesías de ocasión,
a quien corresponda solicitar,
que mi hija/o ya no se haga esperar.

Desde que en mi casa niños no hay,
y yo, desde hace tiempo niña no soy,
innecesario será aclarar,
que el largo silencio mutuo,
nos ha puesto a olvidar.

De chica mi deseo vehemente,
sobre un par de patines se posó.
Ese año una muñeca rubia,
en cambio mi anhelo recibió.

Sucesos raros y tamaña decepción,
el recuerdo de esos días mi mente grabó.
Eran tiempos difíciles en mi país, año 1978 refiero,
tengan a bien recordar.
Seguro en sus registros, con cuidado han de obrar.

Ese año, a mi padre funcionario honesto,
manos finamente enguantadas, que galones suelen acariciar,
tuvieron por designio, y por autoridad,
de su puesto arbitrariamente apartar.

Rumores domesticos y amenazas de carencia,
por el destino de mi regalo me hicieron temer,
pese a que el vínculo entre las arcas de mi padre,
y el regalo de sus majestades, no alcanzaba a comprender.

Ahí, la intervención de mi primo, a mi corazón alborotado,
brindó tranquilidad, y los rumores amenazantes supo opacar.
Asegurándome sobre vuestra fortuna,
y el estado intacto de vuestra heredad.
“Los reyes tienen mucha plata, dale..! Pedí nomás!!

Así fue que tenaz tarea emprendí,
y con insistencia en pos de mis patines arremetí,
los que en una fecha festiva, no se cual,
finalmente conseguí.

No se me mal entienda, desagradecida no quiero ser,
aquella muñeca rubia que de mi entero agrado fue,
María Noel infantilmente bauticé.
Ninguna alusión al anciano de traje rojo pretendí hacer,
ni celo profesional alguno en vosotros encender,
mas así la llamé, por su semejanza a una actriz de la época,
según mi parecer.

Ay! Sres. que han sido objeto involuntario,
del engaño largamente por adultos perpetrado.
Generaciones enteras entendieron,
que el tamaño e importancia de lo obsequiado,
debian su existencia, exclusivamente a su discreción y cuidado.

La tradición religiosa y popular,
no ha colaborado más que en perpetuar,
desigualdad difícil, si las hay.
Extorsionar y con promesas de regalos lograr,
el comportamiento de niños mejorar.

No obstante es de vuestro entender, que en más de una ocasión,
no hay entre los extremos estrecha relación.
Pues a vuestro intelecto no ha de escapar, que no le hace justicia,
la billetera flaca, a la conducta ejemplar.

Y al tañir de la campana, que marca la hora de salir a jugar,
la suerte del vecino los niños han de comparar.
Y en ese órden, la falta de mérito,
mentes infantiles tendrán por sentenciar.

Niños que con rapidez, hacia la adultez se corrieron,
para, -sus majestades mediante-, en sus propios hijos reparar,
teniendo a la vista reglas de marketing ocasional,
junto a otros adultos continuar, con legado extorsivo y desigual.

Mas como de adultos,
los pecados de otros adultos sabremos disculpar,
sabremos también que la ilusión es vuestra verdadera heredad,
y su destino, ciertamente la bondad.

Vaya a vosotros entonces mi deseo fuerte y sincero,
y podrán de seguro encontrar,
algo de esa confianza pura,
que otrora en vosotros solía depositar.

Y que es hoy de mis patines, querrán vosotros saber?
Con franqueza les digo, que de ellos nada sé.
No obstante en mi descargo diré,
que hasta entrada en mi adolescencia,
de ellos largamente disfruté.

Sin otro particular, aprovecho la ocasión para saludarlos atte.
Ceci