jueves, 6 de octubre de 2011

Relato de Jueves Literario: Idolos

La convocatoria de esta semana nos invita a decir algo sobre: Idolos
Cass la lidera. Hay más idolatría en http://elbalcondecas.blogspot.com/


SANTA COLOMBA

Los cannoli le están saliendo de rechupete. Uno a uno retira los tubitos del líquido hirviente y los pone sobre un papel secante para que absorba el excedente de aceite. Acto seguido arroja a la olla otra tanda de cilindros de masa.
Se queja el aceite con chirridos agudos al tiempo que repele a los intrusos con empujones borboteantes. Los cannoli resisten y les crecen pústulas desparejas de aire.
Su mano delicada los gira un poco hasta que están bien dorados, los retira y los mira con satisfacción. ¡Tal como se lo enseñó su santa madre! Le parece escucharla: -¡la masa debe estar bien estirada y aireada para que salgan livianitos!
A un costado reposa el relleno elegido: uno de ricota perfumado con ralladura de cáscara de naranjas. Para terminarlos, toma unos por cuyos costados asoma la ricota y apoya cada extremo en pistacho molido. Repite los pasos con otros, pero esta vez les pega en los extremos: virutas de chocolate. Los apila alternados unos con otros en una gran fuente. Los contempla por unos segundos antes de llevarlos a la heladera. Le parece que el último de los rollitos, el que está en la punta de la pirámide luce como la cara de su madre...Se acerca para mirarlo mejor. –Si, no caben dudas.-Se dice.
El cilindro tiene la base inflada en semejanza a la papada abultada de su madre. Hasta su cutis trigueño se encuentra ligeramente evocado por la coloración de la masa, -producto de la copita de marsala añadida en su preparación-. Los claros y oscuros de los dorados impresos por la fritura se corresponden con las cavidades de sus ojos, la sombra de su nariz afilada y la tersura de su mejillas regordetas y brillantes. Incluso el chocolate en sus lados completa la visión de sus cabellos negros que usaba con un rodante tirante en la nuca. Beatriz lo toma y lo pone en el estante superior de la heladera, separado de los demás.

De camino al mercado se encuentra un billete de cien pesos tirado en la vereda. Está ahí: completamente desplegado, a la vista de todos y sin embargo nadie lo ha recogido. – ¡Mamma mía, pero que buena suerte!, -se dice sonriente.
En el mercado se encuentra a doña Lucia. Le cuenta que hizo cannoli con la receta dilecta de su madre. Doña Lucía la conoció muy bien así que sabe que su amiga Colomba era celosa de sus recetas. –¡Es cierto, tanto que su cara apareció en uno de los rollitos!, -le dice Beatriz divertida. Está exultante por su buena fortuna y le cuenta a la anciana sobre el hallazgo reciente...No sabe qué fue antes o después: si el cannoli con la cara de su madre o el billete encontrado, en todo caso doña Lucía ató los hechos como los cordones de una zapatilla.
De regreso en la cocina Beatriz encuentra con beneplácito que la almacenera le dio un huevo demás. Ella le había pedido una docena, pero cuenta nuevamente y allí hay claramente trece huevos.
Los ladridos del perro se llevan su atención al patio. El hijo de la vecina asoma la cabeza por encima de la medianera. Le dice que este año la higuera dio más frutos de los que podrán comer y su madre se pregunta si aceptaría una canasta repleta de higos...
No ha pasado siquiera una hora desde que se encontró el billete y Beatriz ya tiene la sensación de que la abundancia tocó a su puerta....¡Toc, toc!, la que toca a la puerta es doña Lucía que viene acompañada de su hija. Desea ver la cara de Colomba ya que ella y su hija andan necesitadas de suerte últimamente.
Beatriz está cerrando la puerta cuando aparece Amparo la almacenera, que viene con un viejo paraguas. No llueve hace décadas pero igual parece que hoy recordó que debía devolvérselo, y de paso viene a pedirle buena fortuna al cannoli mentado.
En la cocina las mujeres contemplan la pieza de repostería con silencio reverencial...
Algunos opinaban que su madre era una santa...¡Santa Colomba!...y por allí se dijo que sus manos eran milagrosas. ¡Sí!, muchos todavía recuerdan aquella legendaria Navidad de la multiplicación de los panes; ¡bueno!, ¡más bien de los panettones!...
Como cada año Beatriz ayudaba a su madre a hacer el pan dulce, pero ese diciembre fue uno de extremo calor y la masa no dejaba de levar. Creció y creció y las mujeres pusieron porciones de masa en los moldes que encontraron. Pronto no hubo más moldes en la casa y Beatriz debió acudir a las casas vecinas por moldes. La noticia cundió y los vecinos vinieron con recipientes a llevarse masa fecunda. Los hornos funcionaron hasta altas horas la víspera de nochebuena y elevaron la temperatura del barrio a límites intolerables. Por días la cuadra olió a panettone recién horneado y azúcar glaseada.

Nico toma el rollito cremoso de la heladera y lo coloca en su lunchera junto al sándwich de pan integral. El día anterior había escuchado hablar a todas esa viejas de la multiplicación, de los dones y la suerte, y como esa mañana tiene prueba de matemáticas que consistirá en difíciles operaciones de multiplicación y división con decimales, piensa que el cannoli de su nonna Colomba le traerá suerte.
De vuelta en su hogar Nico mete la mano en el bolsillo de su guardapolvos y toma el cilindro dulce. Lo tuvo toda la mañana en el estante bajo su pupitre. Un par de veces lo rescató de manos de uno de sus compañeros. A estas horas el dulce ha sufrido mermas considerables. No le quedan vestigios de chocolate, la papada de Colomba está desinflada y en su lugar hay masa crocante ajada, tiene unas manchitas oscuras que antes no tenía, un par de lamidas, una mordida en uno de sus lados y además la ricota huele a cuajo rancio.
Nico esta seguro que en la prueba le fue mal, muy mal. Mide la distancia que lo separa del tacho de basura y arroja con estrépito lo que queda del rollito, al tiempo que vocifera con enojo: -¡esto es una porquería!, ¡bahh!, la verdad es que extraña los cannoli de su nonna.

21 comentarios:

Natàlia Tàrraco dijo...

Mamma mía!!! Estoy en Sicilia comiendo cannoli, alucino y la ricotta, per dío...
Milagro, santa Maddona la Coloma, una ídola verdadera y encima Panettone, ayyyy Ceci tú si que obras prodigios, lo he vivido, lo he olido y comido, ummmmmmmmmmmmm.
Besito ricotta y pistachos.

Sindel Avefénix dijo...

Muy bueno Ceci!!! Me hiciste tener todos los sentidos despiertos!!! Me encantó tu relato,un abrazo.

Manuel dijo...

jajajaja
Muy bueno, todas las vecinas y allegadas reverenciando el cannoli y el joven hijo tratandolo como un amuleto pobreton. Que pronto caen algunos ídolos para la gente joven !!!!
Un relato casi periodistico
Besos

Anónimo dijo...

Ceci

tu relato es como si uno lo estuviera protagonizando, me hiciste recordar a mi abuela materna, una gallega que en su juventud fue cocinera, la que me enseño el amor a la cocina.

Me agrada tu forma de narrarlo, tu estilo, te felicito.

Un abrazo.

CARMEN ANDÚJAR dijo...

Igual que sube un ídolo baja. Este es un caso palpable. parece mentira como nos dejamos influir, ella ha tenido buena suerte y los demás , ilusos han pensado que pegándose a ella les pasará lo mismo.
Mu gracioso el relato.
Un abrazo

Unknown dijo...

me dio hambre! no te lo puedo negar... sin un relato produce ganas de comer... bueno... es excelente! jeje...me voy a comer! beso!

Rochies dijo...

LINDO MATIZ le diste a la consigna. Es muy rico apreciar como de un mismo disparador surgen letras tan diversas.

Juan Carlos Celorio dijo...

Destaco también la maravillosa forma de narrar, he visto y olido hacer los cannoli, he sentido la alegría de Beatriz, su suerte, he llevado el amuleto a un examen y me he sentido decepcionado.
Excelente Ceci.
Abrazos.

Any dijo...

Un cannoli también puede ser un ídolo, de hecho los de mi abuela eran algo asi mmm!!! También la chichilata y los scalette, manjares perdidos para siempre porque nadie de mi familia sabe hacerlos ya. Que recuerdos!
Los cannoli de Beatriz son mágicos, yo lo creo; Nico es un salame y un burro además, haber estudiado en lugar de desperdiciar un tesoro de esos.
Mi madre me apunta que también estaban los canarozzos (perdón pero lo escribo como suena, no sé italiano) pero de esos no me acuerdo.
Ceci, ídola total!
besos

yonky dijo...

pucha cuando termine este relato el sentido olfativo hacia de las suyas,el gustativo ni le cuento.Que se hace en estos casos? me voy a la heladera y lo remedio con lo que tengo a mano,no hay otra.

Verdaderamente quien lo realiza,lo ofrenda con todo el caroño del mundo

un ramo de camelias

Anónimo dijo...

Me ha pasado con tu relato como cuando leí "El perfume". Al final de su lectura me dolía la nariz. He experimentado el crepitar del aceite, las úlceras de aire que le salían a la masa, el aroma y el sabor de los cannoli. Su admiración hacia la madre, lógica. La de sus amigas y conocidas, idolatría. La del adolescente mal estudiante, sencillamente descreimiento.
Un abrazo.

Matices dijo...

Ceci, esto no se hace... (aquí solo tengo galletas) Ahora en serio, nos metes en la cocina, nos das sitio en platea y nos dejas oler, saborear y vivir tú relato como si estuviéramos presentes. Me encanta como describes, supongo porque me dejas ver más allá de las palabras.
Besos

Mamaceci dijo...

Natália: quien pudiera estar en Sicilia comiendo lo que fuera!
Sindel: un abrazo y gracias.
Manuel: sí, duran poco los ídolos que se le va a hacer!
Vacaciones: lástima que las abuelas se van antes, los recuerdos de la comida vienen siempre asociados a ellas
mari Carmen: gracias, un abrazo
Carmen, es cierto, nos agarramos de donde podemos no?
Gastón: y depende la hora a la que lo leas viste!
Rochitas: sí, yo aprecio lo mismo en todos los relatos, gracias
J, Carlos: que bueno que hayas estado en primera persona, asi la próxima los cannoli los haces vos!
Any: ya te comente en el tuyo de los canorosso, estuve buscandolos a todos, son de esos dulces acuñados en la memorias de agunos, es una lástima que queden poco que sepan hacerlos pero estoy segura que con los adelantos de la "internet" podes conseguir las recetas en algún lado.
Yonky: lamento el estado de tu heladera ja!
Pepe: pero que nariz más sensible! gracias por tus palabras
Matices: vaya rápido a comprarse algo a la panadería de su barrio amiga, no espere.
A todos: gracias por pasar y por sus siempre amables palabras, besos

Neogeminis Mónica Frau dijo...

jejejeje magnífico relato!...evidencia clara de cómo entronamos nuestros ídolos construidos "ad doc" y seguidamente "tiramos al tacho" lo que un segundo antes decíamos venerar!...

Un abrazo de juevera con retraso!

rosa_desastre dijo...

Tu relato alimenta el espiritu y lo que es peor, despierta la curiosidad por descubrir a que saben los cannoli de la nonna. Idolos de azucar diria yo.
Que lindo, de verdad.

Anónimo dijo...

ayer conversaba a cerca de tu relato...evidentemente no me lo dertriparon, faltaría más¡¡¡, y una de las cuestiones que surgieron en mi cabeza fue una de las primeras novelas de la isabel allende...¡y no me equivocaba, lo sabía!...auqnue también me remonta este texto tuyo a un título, "tomates verdes fritos"...o a "como agua para chocolate", y no por que estas pelis se absen en la comida, si no por que recuerdo efímeramente que algo tenían que ver con delicias...ah, en cuanto a que me hayas llevada a isabel allende es debido a que las mamás transmitían a sus hijas la magia...o los poderes que tenían...me parece recordar..seguro que estoy embrollándome, pero me da lo mismo...
lo que sí es seguro es que te has ido por un mundo medio onírico, lo que sí es seguro es que la dulzura de tu texto supera a los cannoli esos, lo que es seguro es que es un texto mágico, si no atiende a esa masa que creció y creció...
yo diría que has vuelto por tus fueros, ceci, si es que alguna vez te fuiste...yo diría que es lo mejor que he leído en este jueves...
yo diría que uno de estos jueves te pediré que lo hagas tú...
medio beso,escritoraza...

casss dijo...

Los sentidos se despiertan...
Las palabras despiertan los sentidos...
La escribiente nos despierta los sentidos... y nosotros? muy agradecidos!!!!
BESOS Y GRACIAS POR LO QUE NOS REGALASTE.

casss dijo...

...no se por qué volví, pero ahora sí, lo se, esa foto me era familiar, y vine para que me traiga suerte!!
besos

Mamaceci dijo...

Neo: ídolo efímeros, eso son no?
Rosa: gracias, y a quién no se le haría agua la boca por un bocado de esos?
Gus: ¡me encantan esas peliculas que nombraste, y me gusta muchísimo Isabel Allende! es un halago para mi si en algo te la recordé
Cass: un lujo de verdad! en versito y todo! y la foto..sí acertaste! es de Colonia, ojalá te traiga suerte
Besos a todos y gracias por pasar

María José Moreno dijo...

Lo disfrute y lo saboree mientras lo leia. Excelente prueba de como atrapan tus palabras y como no tu relato, sobre la vida y la suerte, y como la magia no hace los milagros que nos guataría.
Un besazo, precioso

Leonor dijo...

Como ando nueva por aquí, la semana pasada no leí tu relato sobre Ídolos. Hoy que he tenido tiempo he pasado a leerlo y me he quedado impresionada, qué preciosidad de narración. Recordaba fragmentos de los libros que más me gustan. Laura Esquivel, Isabel Allende,...Te esperaré todos los jueves. Un beso enorme.