JUICIO Y CASTIGO
Justicia y condena se entremezclan como si fueran fuerzas
equivalentes; lo mismo da para esos hombres.
Arriba el cielo se extiende hacia ningún lado, ningún
horizonte presta consuelo en esas horas aciagas. El gran cielo y la tierra
mezquinada por las aguas, forma una superficie de lo que parece una pequeña
isla pedregosa; apenas una escaso tapete de lava antigua arrojada por una
pústula en la dermis marina; que apisonada
por los vientos, se empeña vanamente en existir. De poco sirve; se traga el mar el corto esfuerzo de la piedra
y el largo aliento de las nubes.
¿Botellas?, ni una; ni alforja, saco, bota (acaso la sola
ocurrencia da risa) que pueda llevar un mensaje nacido trunco. Han de morir con
ellos las esperanzas rotas, la advertencia póstuma, el escarnio ahogado.
De la mano de la tarde, avanza sobre la arena la sombra de
la horca improvisada por los hombres de Magallanes. Apenas dos maderos de abeto
cruzados, dispuestos por si quisieran los criminales aliviar su agonía y
acortar las vidas, acortadas ya por el abandono en isla estéril.
El patíbulo se viste con los colores del destierro, la nada
clama. Nunca el destino para Juan de Cartagena y Sánchez de la Reina ha sido más
finito que el de esas horas oscuras, a tono con las coordenadas de final de
mundo.
PD: En el bajo de San Julián, que es una depresión natural
situada en la costa marítima de la Pcia. de Santa Cruz, en la Patagonia, pasó
el invierno la tripulación de la Nao Victoria al mando de Hernando de
Magallanes en su ruta de la vuelta al mundo, en el año 1520. Allí se dio un
motín por algunos hombres que no querían seguir la aventura, a algunos se les
dio muerte, y a otros como el cabecilla Cartagena y al cura Sánchez de la Reina
se los abandono en un islote llamado Justicia, donde hoy solo existe una réplica
de la horca improvisada en la ocasión. Se dice que en Puerto San Julián se rezó
la primera misa en estas tierras...