Mi tema: UNA SONRISA INQUIETANTE
Había practicado esa media sonrisa frente al espejo
repetidas veces, ahora que su cara era atrapada bajo la luz del candil, se
preguntaba si con ese simple gesto repetido en la mañana no habría enviado el
mensaje equivocado al universo.
Su deseo, como el de todos ahí, había sido naturalmente hacerse
con el primer premio y sonreír bien lindo para la foto del ganador, pero para
el premio consolación no tenía más que un gesto ensayado, inservible, y que
para mas no tenía contemplado donde ubicar dentro del cuadro postural al
diploma honorífico con su nombre mal escrito. La improvisación le había puesto bajo
mala luz una sonrisa que aparecía inquietante
Sentía el peso de la decepción, hacía gran esfuerzo por
parecer aplomada y por eso no quiso aventurarse a despegar los labios ni un milímetro,
no fuera que se le dibujara una mueca desgraciada, o peor, que la cámara
captara para siempre el tenue temblor de la mandíbula.
Cosas que vienen con la edad, antes era más fácil, pensó, bastaba
con que la luz le apuntase para que la frescura detrás de los poros se
derramara por todo su rostro como un baldazo de agua rauda que a su paso abría
pequeñas compuertas, tiraba y aflojaba líneas que se arqueaban redondas y
armoniosas como un telón que se descorre para una función de sonrisas plenas y
abiertas, blancas paletas frontales que
pisan distraídamente el labio inferior, frunces, pellizcos ruborosos, ojos
achinados, brillo reflejado.
Devuelta de sus pensamientos, una ola de flema le atrapó la
garganta y anuló su voz justo cuando debía agradecer al micrófono. Lo tomó y le
echo encima un susurro que nadie oyó y lo acompañó de un movimiento de cabeza y
un estrechón de manos que todos entendieron. Se trabaron en danza micrófono y
diploma en un cruce de manos que hicieron peligrar la integridad de ambos…y de
su blusa, cuyo broche se enredó brevemente, pero lo suficiente con el cable.
La
fotografía de la ceremonia de premiación que fue publicada en el boletín anual
capturó su sonrisa deshecha, un tajo abierto sobre un mentón tensado con
gruesas rayas que se estiraba en toda su largo hacia el pecho, siendo avistado por ojos
bien abiertos