La convocatoria de este jueves la lidera Gustavo, nos pide que escribamos sobre los sonidos del otoño o la primavera según estemos de este o del otro lado del meridiano, en su casa nos encontramos en busca de ocres y verdes
OTOÑO EN CASA
El otoño se apareció hace unos cuantos días sin esperar la señal para la entrada oficial. Su presencia se hizo notar gradualmente, con tímidos descensos de temperaturas al principio, una poca de lluvia, que luego trocaron en un poco muchas (¡llueve cada tres días en Buenos Aires!) y por último: frescos matinales que bajo nuestras narices se hicieron vespertinos.
Artera y subrepticia fue su aparición, hasta que se hizo evidente, y ya nada cabe, pues estamos mediando marzo. No hubo oportunidad para que los espabilados se quejasen por el desplazamiento anticipado del verano, aunque estimo que pocas quejas se escucharían de los sufridos habitantes. La estación se portó brutal con nosotros.
Con luces fulgurantes y sopor aplastante nos sumió en una siesta acompasada por mil ronroneos de aire-acondicionado. Por el furioso clamor de chicharras, el siseo persistente de los mosquitos y el pausado aleteo de un ventilador arrinconado.
Pero no voy a enemistarme con el verano, pues un enero me trajo a Manuel.
De ahora en más los festejos de su cumpleaños estarán signados por una estación salvaje. Que no hace concesiones. Todo parece funcionar a medias, como si estuviéramos suspendidos en una larga tregua estival. De ahora en más tendremos que considerar situaciones extremas. Además de saber con certeza que siempre habrá amigos y familiares ausentes por vacaciones, tendremos que decidir si habremos de festejar al intemperie o en salón, si acaso habremos de derretirnos a la sombra o si deberemos guarecernos de una lluvia torrencial.
Invierno y verano se dan sin medias tintas, pero otoño...¡otoño es transitivo!
La luz se atenúa, se vuelve amable. Hilachas blancas surcan el cielo a velocidad crucero durante todo el día, adulteran al puro celeste. Los vidrios arrojan reflejos largos sobre las paredes, los colores se ven nítidos, los pasteles ganan cremosidad.
Otoño es la estación que me tocó en la repartija. Abril es el mes de mi cumpleaños, el mes tibio, el que templa la espera; en tanto el frío cobra contundencia y espesura los platos.
Las mañanas fresquitas me traen las sonoras aperturas de pesados postigos, los mismos que se cierran poco antes de caer la tarde, un batir fugaz de aves rasantes en el patio, el fru-fru de las sabanas que se quedan con la tibieza de los cuerpos.
Mientras me pongo un abrigo liviano, sigo con la mirada a Manuel que sale de la habitación. Mis oídos van tras sus pasos apurados que rebotando en la madera, se dirigen a la cocina iluminada. Allí mi cuidado tiene relevo.
Pongo mi atención por unos minutos en los sonidos que de la cocina escapan y me anticipan la mañana: El estridente choque de metales que provoca el vapor cuando empuja la tapa de la pava, el agua hirviendo que a borbotones entra volcada en el termo; la yerba se sacude el polvo bajo un golpe de mano, y ya no contengo las ganas de tomarme unos mates calientes. Una galleta firme se parte dejando caer unas semillas de sésamo. En nada, Manuel reclamará su bocado.
14 comentarios:
Ceci que lindo es que hayas vuelto, me sorprendiste. Tu jueves es suave, dulce, como siempre. Y lo más lindo es que hablas de tu retoño, ni me imaginaba que ya había cumplido el año. Cómo pasa el tiempo!!! Todavía tengo grabadas las imágenes de aquella reunión en tu casa, del encuentro en San Telmo, y de tu sonrisa, infinita, ancha, franca.
Aunque no estemos tan en contacto, siempre te recuerdo, además fue gracias a vos que pude conocer a este grupo hermoso de gente, hacer amigos, aprender tanto.
Te mando un beso enorme, y espero que sigas estando por acá para leerte.
Puede ser. El otoño es una estación de transición.
Aunque estos días me están produciendo una cierta melancolía.
Bien escrito.
Me he sentido muy cerquita de tu otoño Cecy!...qué suerte que junto a las primeras hojas doradas, este otoño nos trajo de vuelta tu presencia bloguera!
=)
Un fuerte abrazo.
Tu relato tiene el encanto de lo cotidiano, ese deambular tempranero en las primeras instancias del día, acompañado del latido otoñal que ya se viene dibujando.
Todo el acontecer estacional, las expectativas, son parte de nuestra vida, y la verdad, es que en lo personal, voy notando que estas estaciones de transición (primavera-otoño) se van de algún modo desfigurando, lo que es una pena. Por lo pronto el otoño, hoy, aquí en Montevideo tiene un toque sinceramente inveranl :(
Lindísimo leerte y sentir los pasitos de Manuel acompasados, entre tus letras.
Besos!
Gaby*
Qué lindo que hayas vuelto a escribir!
Tiene mucho sabor a otoño tu relato.
Yo hace unos... cinco? años que le temo un poco a la llegada del otoño. Fuera de temas racionales como intensificacion de responsabilidades (clases, trabajo, etc), nostalgia (no por el calor sino por lo que trae aparejado: la pilata, andar liviano de ropa, los días con luz hasta bien tarde), enfermedades propias de la estacion (especialmente en niños!) me genera una especie de melancolía, y eso que le reconozco sus beneficios (de hecho, estrictamente cumplo en otoño, aunque el clima suele ser ya de pleno invierno).
Este año creo que no tuvimos verano: las temperaturas extremas de diciembre y enero, eso no es verano, tiene que inventarle otro nombre! (tanto calor hacía que no te daban ganas de hacer cosas propias de la estación como ir a la playa, meterte a la pileta o tomar helado) y febrero fue un otoño anticipado. Creo que nos quedó esa sensación (al menos a mí) que no tuvimos ocasión de despedirnos del verano como corresponde para poder darle una apropiada bienvenida al otoño.
De todas fromas, lo mejor es encontrarle las ventajas a cada estación, porque son cosas que no se pueden cambiar!
Ah, el cumple de Manuel probablemente lo termines festejando dos veces, primero una fiesta chica en enero, y después con los compañeros en marzo. Al menos pasa con los cumples del colegio de MC: este mes se concentran todos los que cumplieron en verano, más los propios de marzo! Y eso que las clases en su cole empezaron a mediados de febrero! (Si seguimos adelantando las clases así Manuel va a terminar cumpliendo en época de clases! jaja, reir para no llorar!)
En fin, como siempre me terminé yendo por las ramas.
Te mando un beso grande
Bienvenida a tu blog, a la estación otoñal que nos hará viajar por colores pasteles y de la mano nos llevara para seguir transitando.
Bienvenida a las palabras con el sentimiento de lo cotidiano, de las pequeñas cosas, de las mas significativas, a la sonrisa de Manuel, que la puedo imaginar, iluminando tu cara.
Un abrazo grande Tocaya.
Me encanta cómo has descrito los sonidos cotidianos que conlleva el otoño! como bien dices el otoño y la primavera son estaciones transitivas y nunca sabes bien a qué atenerte.
Me alegro mucho de leerte!
Un beso
¡Que Otoño más particular!
Ese que solo es de uno, cómplice y confidente de sonidos próximos, de los que uno es autor y dibujan el frio y el recogimiento.
El Otoño también se oye sin animales.
Besos
De a poco nos fuiste llevando desde este verano variable que tuvimos al otoño recién llegado, que ya promete una temperatura bastante baja. Me gustó como tu relato se fue mezclando con tu hacer cotidiano.
Un beso!
Qué bien has transmitido esa escena mañanera cotidiana. Me alegra volver a leerte.
Besos.
Manuel es tu estación, tu norte y sur, el sonido de tu vida, y eso es UNA MARAVILLA. Así lo siento luego de leerte.
(tus conjeturas acerca de los festejos del cumple de Manuel me recordaron los de mi hijo joaquín, nacido en febrero, al final terminan teniendo más festejos que de costumbre!!!)
besos dulce mamá
Tenemos en común el mes de nacimiento, si bien cuando para tí es otoño, para mí es primavera. Las estaciones casi siempre se cuelan de forma gradual e inadvertida. Cuando queremos darnos cuenta, las hojas están cayendo o las flores brotando, según la latitud. Me he sentido muy a gusto transitando a través de tus letras, por tu otoño.
Un abrazo.
¡gusto en conocerte y leerte! ¡toda una mamá escribiendo y describiendo el otoño en que te tocó nacer!
Me encanta. El delicado placer de las cosas sencillas; la deliciosa libertad en el castillo y estancias de nuestro hogar.
Un beso
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